¿Cuál es la enfermedad más difícil de tratar?

¿Cuál es la enfermedad más difícil de tratar?

Para quienes sufren un confinamiento severo, la tarea siempre será la más difícil de tratar. Incluso en realidad, hay algunas enfermedades que son objetivamente incurables: sólo podemos tratar nuestros síntomas para que experimentemos sufrimiento y avancemos lo más lentamente posible. En este catálogo encontrarás los mejores productos para el cáncer o determinadas enfermedades autoinmunes -cuando las células del sistema inmunológico son atacadas por error en las células de nuestro propio cuerpo- como la esclerosis múltiple, el lupus o la diabetes. Tipo 1. Sin embargo, en los últimos años los científicos han aprendido mucho sobre los orígenes de estos enemigos de nuestra salud y cómo se vinculan con ciertos mecanismos biológicos. ¡Hay luz al final del túnel! Cáncer: una enfermedad terrible pero cada vez estamos más llegadas. Primera buena noticia: en las últimas décadas, muchos tipos de cáncer ya han sido mortales. De hecho, todo podría curarse si los detectores tuvieran una antena suficiente para poder eliminar las células cancerosas antes de que se dispersen e invadan muchos organismos. Hoy en día, los tratamientos que nos permiten curar muchas enfermedades de este grupo de enfermedades que conocemos como cáncer de nuestro hijo: – Radioterapia dirigida. Consiste en dirigir ondas de energía –normalmente rayos X– al tumor, sin intención de provocar daño a las células sanas que se encuentran en él. -Quomiterapia. El paciente recibe un vaso de medicamentos que afectan las células malignas. Ha mejorado mucho las combinaciones de fármacos y su uso para cada tipo de cáncer. -Inmunoterapia. Estas son las técnicas que utilizan el sistema inmunológico (el sistema defensivo de nuestro cuerpo) para atacar las células cancerosas. De cualquier manera, la mejor terapia es la prevención. Un importante avance en este campo ha permitido crear vacunas contra los virus del papiloma, responsables de cánceres como el del cuerpo del útero y otras mucosas. Se trata también de vacíos que permiten reconocer las proteínas muy específicas de las células malignas y, como si fueran Dianas, dirigir el ataque del sistema inmunológico contra ellas. Por ejemplo, estamos estudiando cómo detectar Her-2, una proteína muy abundante en las células cancerosas maternas, para que el sistema inmunológico influya en las células que la contienen. Pero la terapia más prometedora implica “reclutar” información T –una especie de globo blanco– como soldados de élite en la guerra contra las células tumorales. Los investigadores extraen la información, seleccionan las más activas, las cultivan en el laboratorio y consideran presentárselas al paciente. Actualmente estoy probando esta técnica con un cáncer llamado TIL (signo de linfocitos infiltrantes de tumor). Una táctica similar modifica genéticamente esta información para detectar específicamente células cancerosas y atacarlas de manera fulminante. Es el “superpoder” de las células CAR-T. Los científicos han creado cinco generaciones de CAR-T, con mayor eficacia, que dan resultados muy positivos contra la leucemia y las enfermedades. Quizás pronto pueda utilizarse con éxito contra otros tipos de cáncer. Enfermedades autoinmunes: cuando nuestro sistema defensivo ataca a otro grupo de enfermedades, surgen muchas dificultades para curar las autoinmunes, que mencionaste antes. En particular, aquellos cuyo origen es un misterio, como el lupus eritemático sistémico o la esclerosis múltiple. Estos sufrimientos aparecen cuando el sistema inmunológico genera células defensivas que, si se protegen de virus, bacterias y otros patógenos externos, pueden identificarse como peligrosas para nuestras propias células. En los últimos años, a los científicos se les ha ocurrido la idea de terapias que quieren restablecer el orden o, al menos, mitigar los daños. El uso de agentes antiinflamatorios –proteínas que detectan y neutralizan a los “intrusos”– o moléculas que regulan el funcionamiento del sistema inmunológico han mostrado algunos resultados, pero pocos pero prometedores. Conocer las partes integrales del sistema inmunológico puede permitirnos seguir terapias para tratar y, quizás, eliminar permanentemente estas infecciones. Una vez más, descubrir el talón de Aquiles requerirá más investigación. Bloqueos del sistema nervioso central: dijo el alcalde En mi opinión, los bloqueos más difíciles de curar son aquellos que afectan al sistema nervioso central (el cerebro y la médula espinal). Por enfermedades autoinmunes como la esclerosis múltiple y otras que pueden tener un componente autoinmune como la famosa esclerosis lateral amiotrológica (ELA), desadaptación de la personalidad y enfermedades neurodegenerativas. Así son las personas: cuando descubren sus síntomas, el problema está ahí. Las enfermedades neurodegenerativas se originan por la pérdida de neuronas que determinan sus funciones. Estos son los más importantes: -Los recintos mitocondriales. Aparecen cuando las mitocondrias, las “plantas energéticas” de nuestras células, están defectuosas. Entre ellos nos encontramos con el síndrome MERRF o MELAS. Produce ataxia, es decir, coordinación de movimientos, entre otros problemas. -Enfermedad de Huntington. El paciente pierde el control de los movimientos, ve la cabeza y tiene problemas de equilibrio. Y cuando el mal avanza, no se puede venir, hablar ni tragar. Por eso las mitocondriales son genéticas y sus efectos son irreversibles, porque el problema está dentro del genoma de las células. -Enfermedad de Parkinson. Se trata de la pérdida de neuronas en una zona muy concreta del sistema nervioso: la sustancia negra, encargada de controlar nuestros movimientos. Aunque los fármacos ayudan a recuperar este control y el movimiento puede ser regular con pruebas eléctricas, estos remedios sólo sirven para que el cuerpo siga su curso más o menos rápidamente. Código Desktop Imagen para móvil, amp y app Código móvil Código AMP Código APP -Demencia senil y Alzheimer. El sistema nervioso es un sistema complejo de conexiones entre neuronas, que forman circuitos cuyo funcionamiento no conocemos. Por tanto, no existen fármacos que contrarresten la pérdida natural de neuronas a lo largo de la vida o debido al sufrimiento que provoca el Alzheimer, que agota la memoria de quien lo padece. Hoy en día, el dolor neurodegenerativo no tiene cura, pero conocemos las causas y evitamos que enfermedades que podrían provocar que el deterioro de las neuronas se produzca mucho más tarde y progrese lentamente. Quizás estemos más atentos a este tipo de infecciones y -estamos convencidos de la ciencia- de que podemos encontrar el arma definitiva para derrotarlas. Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. SOBRE EL AUTOR Guillermo López Lluch Catedrático del área de Biología Celular. Investigador asociado del Centro Andaluz de Biología del Desarrollo. Investigador en metabolismo, envejecimiento y sistemas inmunológicos y antioxidantes., Universidad Pablo de Olavide.

By Selesio Gurule Castro

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