Donde antes había ofuscación, rabietas y una lógica desconfianza al exponerse a la prensa, funciona ahora el puño al aire, algarabía y dominio de la escena ante los medios. Es la metamorfosis que opera el mayor don del fútbol, el gol, en Álvaro Morata. Un jugador confiado y sereno en el campo en este comienzo de temporada magnífico para él.
Los once tantos del delantero del Atlético son en este momento una garantía de prosperidad para su club y también para la selección. España dejó de sufrir ante Escocia en La Cartuja de Sevilla (el gol anulado por fuera de juego, las dificultades del equipo español para anotar) gracias a un preciso giro de cuello de Morata, que lo hizo de maravilla en el momento culminante.
En realidad salvó la noche y cambió el curso de los acontecimientos, que apuntaban a los sudores fríos de España para marcar, el futuro comprometido con vistas a la Eurocopa y el seguro embrollo colindante a la selección y al fútbol.
«Tiene un grado de madurez extraordinario y sabe estar en el campo. Hace fácil lo difícil», juzgó el seleccionador De la Fuente, tan feliz con los tres puntos que aproximan a España a la Eurocopa de Alemania.
No atinó a explicar el seleccionador de dónde procede esa serenidad que ahora cuelga del dorsal de Morata (31 años el próximo 23 de octubre).
El protagonista sí advirtió hace un tiempo que el cambio tuvo que ver con la confianza que le generó una conversación a principio de curso con su entrenador, Cholo Simeone, y su adjunto Gustavo López. De ahí salió convencido que tendría minutos y continuidad.
«Necesitaba sentirme importante y lo estoy sintiendo», dice Morata en una de esas frases tan típicas de futbolista que pueden aplicarse a cualquier ser humano en su trabajo.
Otro detalle que seguramente ha fortalecido la mentalidad del delantero, propenso a las caídas de ánimo como expresó en una entrevista en ABC, es la capitanía que estrenó en la selección allá por la primavera.
La retirada del equipo español de Sergio Busquets permitió a un abanico de opositores optar a un brazalete codiciado que, históricamente, siempre había recaído en jugadores del Real Madrid, Hierro, Raúl, Casillas, Sergio Ramos…
En la selección se conserva una tradición bastante común también para los clubes: el jugador con mayor número de internacionalidades ejerce de capitán. De la Fuente respetó esa costumbre. Nombró capitanes a Morata (cuando llevaba 61 partidos, ahora tiene 67 y 34 goles), Rodri y Carvajal.
«El liderazgo de los capitanes se gana con actitud, pero no con dar voces ni hacer gestos. Es un ejemplo para todos, los veteranos y los jóvenes», comentó De la Fuente el pasado lunes, en el primer día de concentración de esta ventana FIFA.
La mezcla de todas estas corrientes es un Morata en estado de gracia, 11 goles y, según las estadísticas, el atacante con más efectividad de las grandes ligas europeas: un 43 por ciento de sus tiros acaban en gol.
Un nivel de rendimiento que chocaba con el antiguo Morata, a quien la crítica y los aficionados le reprochaban su escaso rédito en la proporción remates/goles.
Solo en la temporada 2017/18, en su primera temporada con el Chelsea, mantuvo una productividad similar: 10 goles en los primeros 17 partidos con la camiseta azul del barrio londinense.
Morata ya no es pasto de las chanzas por marcar goles en fuera de juego. Ahora es el soporte en el que se apoya la selección. «Queremos contar con gente que remate en el área, porque una de nuestras propuestas es llegar por las bandas. Y tanto Morata como Joselu son de los mejores especialistas en el área», aportó De la Fuente.