Hace 13 años, en 1981, pedí a mi casa y a la mejor liberación aparecer en una propaganda televisiva de las fuerzas armadas que prometía acciones bélicas. Mi padre era alcohólico y reaccionaba violentamente contra mis hermanos, mi madre y yo. Nuestro comportamiento se manifiesta en la escuela, por eso debemos entrar en nuestra situación. Estamos en Saavedra, un pueblo del sur de la provincia de Buenos Aires. Nuestro hogar en San Antonio Oeste, el pueblo de mi madre en Río Negro, fue nuestro escape. Tuvimos una noche en la que mi padre estaba durmiendo frente a una de tus borracheras. La noche anterior, fue todo un arma para que no matara a mi madre. In the forcejeo le golpeé sur la cara, cayó al piso y le di unas patadas.
Hace 14 años cuando fuimos a San Antonio Oeste, y por un intersticio del inconsciente, él también se liberó en mí. Le mencionó a mi madre que era una mala concursante, que no era estudiante de la nueva escuela secundaria, pero que tenía buenos amigos. Me fui a boliche del pueblo, volví y trabajé en una tienda. El mar rodeaba al pueblo de tal forma que su olor inundaba de fragancias ensaladas y pedregosas al mezclarse con las jarillas. Algo que impregnó mi olfato y que se hizo cargo de lo que mi madre decidió en su nombre, anotado en las fuerzas armadas de Bahía Blanca. Mientras yo hacía una revisión general de condición física, ella tenía papeles. Uno de ellos fue el de ceder la Patria Potestad. Allí estaba el producto de una transferencia directa de ella a la Armada. Este año único viviendo en San Antonio Oeste, escuché que mi madre era tan violenta como mi padre.
La Escuela de Mecánica de la Armada, me recibió un caluroso día 16 de enero de 1984. Se llamaba ANPA, guardiamarina naval de primer año. Eramos millas y en un aula nos tomaron pruebas de aptitud intelectual. Creyendo en que me irían a echar si rendería mal, me deron laespecialidad de cocinero por burro. La primera expedición fue navegar sin cruzar el mar: carrera de mar, cuerpo a tierra, desfilar. El segundo, lo admitiré ante cualquier amigo bajo cualquier circunstancia. Hay que decantarlo solo, la desconfianza, el robot del rollo, los pitazos por los cinco días de madre.
En julio se fue a San Antonio Oeste. Tenia quince días para recontrarme con mis amigos, bailar en el boliche, besar a mi novia y vivir la vida civil que me separaba de la situación castrense. En invierno no hay tanto color ni en el mar ni en la tierra, habrá que esperar hasta septiembre. El último día de mis vacaciones de invierno, mi madre tuvo un hijo, mi comida favorita. Frente al plato me pidió que lo escuchara. Me levanto de la mesa y camino solo. Esta es la última vez que oraré.
A fin de año me fui a Punta Alta, localidad donde se encuentra la base naval de Puerto Belgrano, y allí decidí mi destino. Bahía Blanca está cerca. La Base Naval era como cualquier otra ciudad: batallones, cuarteles y barcos fundados en una dársena. Uno de estos buques cocinó con otros camaradas durante cuatro años para una plantilla estable de 200 personas. Navegábamos dos veces por mes hacia Ushuaia, Río Gallegos, Río Grande, Península Valdés o Mar del Plata.
Al final de la semana francesa, cuando íbamos a Caminar en el pueblo de Punta Alta, algunas personas nos miraban con desprecio. Otros están en el departamento de mis hermanos que estudian en carreras universitarias y mi madre les otorgaba una ayuda. Tenemos semanas para jugar en el Club Universitario y para que las chicas me acepten en este ambiente mencionar que estudio en Abogacía, cantera que, en ese momento, no llegaba a Bahía Blanca. Una chica que me conocía y que era estudiante del CELID, el Centro de Estudiantes Libres de Derecho, me contactó una vez para ir a Buenos Aires. El discurso funciona, puedes estudiar la carrera y promediar el número de determinadas materias para profundizar el programa. La población está comprometida a cuidar la participación de las fuerzas armadas en la dictadura militar. Además, era un placer ser cocinera. La década de los 80 la echaron los gronchos.
A finales de 1989 huí de la Armada. El contrato se finalizará por 5 años; si lo hago, subirá al primer contrato. Viví en Bahía Blanca en la casa de mis hermanos. Entré en un estado de purgatorio, como un zumbido parecido al tinnitus y donde me hacía entender en silencio. Tenía un angustioso sentimiento de inutilidad que no me permitió hacer un curso intensivo de peluquería. Obecé a trabajar del que conoce los asadores o los restaurantes. En estas cocinas vaporizadas, reviso mi pensamiento: la hipérbole se guía siendo mi mayor recurso oral.
La gran época que había vivido el 16 de enero de 1984 iba retrocediendo mientras observaba el nuevo paisaje humano: así la gente que quería bocinas de una semirroja o una riña extrema de alguien que había dibujado un papel en piso. Pero succiono el fresco del aire. En el salón estamos rodeados de pequeños compartimentos para chapa y el área está acomodada por tubos de ventilación. Viví en un estado que linda con acciones adyacentes: hacer comida para las órdenes militares y acatar. Después de trabajar para terminar la secundaria en Bahía Blanca y no ser brousco. Pero creo que mi patria sigue siendo segura, una comodidad para la gente que tiende a hacer de todo. Mi CELID universitario estatal era una pandilla.
Pienso otra vez con una chica bahiense que cuida mis mentiras. Trabajó como cartero en una mensajería y luego se integrará a EEMPA para terminar la secundaria. Vemos el final de la semana y vemos todas las circunstancias que vivimos durante la semana. La nueva duración es corta, puedes experimentar reacciones irritantes y largos silencios. Quedé solo y vino una crisis que se produjo con la lectura. El primer libro que leí, “Le señor Presidente”, de Miguel Ángel Asturias, fue por casualidad: un cuento de mi hermano alcalde. Lo devoré, le peí más libros y algo hizo clic.
Durante el purgatorio de Bahía Blanca, llegué a vivir a Rosario en 1991. Trabajé en una peluquería y comencé a trabajar con Erica. Matriculada en la Facultad de Comunicación Social, me sentaría en un pupitre y descansaría por primera vez frente al logro, al sueño vislumbrado qui materializado. Una causa menor para la mente. Pero existe la oportunidad recurrente de encontrarse cara a cara con compañeros de la ESMA, que tienen que trabajar en la cocina y por tiempo indefinido navegar hasta el final. Y otros sueños, mi padre intenta pasivamente vestirse. El sueño castrense me provocó una ansiedad que duró horas, a la segunda un regreso agresivo.
En 1997 maté a mi padre, en Saavedra. Erica me desesperó por dar una notificación al teléfono en mano. Mi hermano pidió escuchar alguna charla, le respondió Erica quien luego de hablar la siguió con dureza. Voy a mi peluquería una hora antes del horario laboral. Mi fanatismo por la literatura se manifiesta en una enorme biblioteca de libros que convive entre muebles, secadores y armarios de peluquería. Mi primer libro publicado, “Determinación”, salió a la luz en 2013 y narra mi paso por la Armada. Todo lo que viví por mi personaje fue el que me pidió prescindir de. La ficción ordena los problemas del pensamiento y da pasos para rehacerlos. “Si no mentís, nadie te creará”, me dije.
Mi hermano ya no lo llama. Nuestra primera infancia está signada por una habilidad que dirige mi manipulador padre, numerada por sobrenombres hirientes que marcaban nuestros defectos y terminábamos golpeándonos. Pero los sueños son recurrentes. Mi padre aparece como un esqueleto cortiado por la mitad que arrastraba para llevármelo. Mi madre se metió en la saga porque ella también luchó unos años después, pero con ella tenemos palabras incomprensibles. Ella es la persona más importante en mi vida, ¿quién es ella? Tenemos muy poco en común, ¿qué debo hacer? En el libro “Determinación” no sale ningún favorecido. Tienes que crear algunos contrapuntos y ella no lo hará por mí.
Mis primeros años de matrimonio te ubicarán como unas vacaciones en San Antonio Oeste. El fin concreto de estas visitas fue respirar el mar y las jarillas. Aspira todo para viajar a Rosario y mantenlo cerca. Unos días después, impezaban los reclamos de mi madre. Porque vivo en la Armada si tengo ropa, comida y vacaciones.; Por lo tanto, cuando salió la Armada, no tenía intención de volver a casa para ayudarlo. Para mi madre, se suponía que yo era esa familia creada con mi padre y mi hermano, pero no reconocía a Erica y sus hijas como la familia que tú habías construido.
El año 2019 publicó el libro “Al pie del sillón” donde hablaba de todas las carencias agudas durante el primer año en Rosario, el más entretenido de la convivencia con los clientes de mi cine. Una de estas carencias llegó en busca de gente que acabó en las mesas de caza de los restaurantes. Allí trabajó en una peluquería, poco a poco, y se hizo cargo del lugar donde estaba ubicado el departamento. Nunca quise contarlo, pero al final el contenido y lo publicado. Contradicción que descubrió la mejor amiga que me habló de Rosario, Beatriz Vignoli. Uno de los escritores más influyentes del país escuchó mis pensamientos: dijo que él no me lo hizo a mí. » Entonces ? «, dijo ella. En primer lugar, no encontrarás nada que pueda defenderte.
Estás seguro de que experimentarás estas carencias. Están destinados a gastarlas en estos primeros 20 años de vida, o 30 años de crisis económica. Las charlas con Beatriz ahondaban a través de animados lugares comunes y nos acercamos a un entendimiento mutuo de padres complicados. Erica solía dejar su parte en paz de los restos de violencia acumulada. Las charlas hicieron cenizas sobre el pasado.
En literatura, no es posible explicar con más detalle el tema de un tema; Yo lo hacía con mis hiérboles cuando hablaba y ambién en escribía. Las largas distancias reunidas con los domingos para hablar de literatura con Beatriz, convergieron en una melodía con una frecuencia modulada en el teclado sobre un dial lleno de palabras. Recorrimos los nus y fondas rosarinos confirmando nuestra amistad junto a cenas con Erica.. No hay ningún tipo de apoyo para estos pensamientos cada vez más incoherentes.
No quiero muchas cosas de las anteojeras. Como un parabrisas limpia antipatológico que limpió mi visión, ya me encuentro ante una total liberación de sinceridad. La literatura definitivamente me salvó. El conocimiento se extiende a una forma de cosmovisión, como una sinceridad que quiere el destino. ¿Hacía falta seguir mtiendo?
Pablo Bigliardi considera que dos lugares de origen: Saavedra, provincia de Buenos Aires, lugar de origen de la nación y San Antonio Oeste, provincia de Río Negro, de allí son los ancestros de sus antepasados. Actualmente vive en Rosario, es peluquera, publica periódicos y en su tiempo libre escribe. Su primer libro, “Determinación”, vendió más de 6000 ejemplares sólo en áreas de la vida. También publicó la policía rural “El santo de Saco viejo” y los libros de cuentas “REM” y “Al pie del sillón”. Creé una biblioteca en tu cine desde donde sugerías lecturas a escritores sobre su trabajo además de investigar en redes sociales, periódicos y revistas culturales.