Almacenar en nuestros hogares un sinfín de objetos es mucho más común de lo que nos gustaría. ¿Por qué no empezar el otoño tirando todo eso que acumulamos?
¿Cuántas veces has ido a la cocina y has observado ese calendario de 2015 al que dejaste de arrancarle las hojas? ¿O has apartado esa radio junto al lavabo que usaba tu padre antes de la invención del bluetooth? ¿Y que pasa con aquel móvil que guardaste en un ‘por si acaso’?
Somos así. Todos guardamos numerosos objetos en casa que no sirven para nada. Bien porque no funcionan, o bien, porque los hemos renovado. Nos negamos a tirar a la basura decenas de cosas al haber creado un vínculo sentimental con ellas.
Para ayudarnos a deshacernos de todo lo material inútil, Hideko Yamasita apunta al método DAN-SHA-RI. Se trata de una filosofía que se ha aplicado durante años en el continente asiático y del que ahora esta escritora es su principal precursora.
Esta idea se basa en tres principios básicos. El DAN, que supone cerrar el paso a las cosas innecesarias que tratan de entrar en nuestra vida; el SHA, que significa tirar todo aquello que es inservible y ocupa espacio en nuestras casas y el RI, que es convertirse en una persona despegada de las cosas, consiguiendo vivir en un entorno más ordenado y relajado para tener un mejor humor.
Yamasita explica que las personas que guardan sus objetos antiguos y obsoletos lo hacen por tres posibles motivos: querer huir de la realidad, sentir un gran apego por el pasado o experimentar cierta inquietud por lo que vendrá y sentir una gran necesidad de estar preparado para ello.
Así, según la autora japonesa, aquel reloj que nos regalaron en la comunión, esos juguetes y cromos que tanto apreciábamos cuando éramos pequeños o el disfraz que nos pusimos en el primer carnaval en el que nuestros padres nos dejaron salir hasta tarde, son artilugios que nos trasladan al pasado y nos impiden vivir en el mundo real, por lo que deberíamos deshacernos de ellos.
Pero, ¿por qué deberíamos tirarlos si tienen un gran valor sentimental para nosotros? Yamasita explica que decir adiós a nuestras antigüedades podría ayudarnos a ordenar nuestra vida, hacernos más felices y enérgicos e, incluso, mejorar nuestra inteligencia y relaciones personales.
Cómo deshacernos de todos esos objetos
Que nos decidamos por sacar de nuestras casas estos objetos no implica que debamos tirarlos a la basura. Muchos pueden vivir una segunda vida en manos de otro propietario.
En cuanto a la ropa, existen asociaciones sin ánimo de lucro como Cáritas que aceptan vestimentas para los más necesitados. También hay tiendas como Humana que venden prendas de segunda mano obtenidas a través de donaciones y que con el dinero que recaudan financian sus proyectos solidarios en Asia, África o Sudamérica.
Incluso Zara, el gigante del mundo textil, o H&M han creado sus respectivos programas de recogida de ropa para entregarla a las diferentes asociaciones con las que colaboran.
Para productos tecnológicos, se pueden encontrar plataformas como Cash Converters o tiendas como Game, en las que puedes vender los teléfonos, ordenadores, consolas o videojuegos que no utilices. También cabe mencionar a Wallapop la gran plataforma de compra-venta de productos de segunda mano.
¿Y si directamente no generamos residuos?
Según un estudio de IO investigación elaborado a finales de 2022 entre más de 1.500 personas de toda España, 3 de cada 5 españoles guarda sus viejos teléfonos móviles en los cajones sin darles salida regalándolos ni vendiéndolos.
Por ello, cada vez más marcas tratan de evitar la generación de estos residuos con propuestas como el renting de móviles que lleva a cabo Rentik, una empresa que permite alquilar un móvil durante un tiempo determinado a cambio de una cuota fija mensual.
También se está introduciendo poco a poco en España el alquiler de herramientas, que ya ofrecen comercios como Leroy Merlín. Con pisos cada vez más pequeños y sueldos más ajustados, ¿para qué comprar un taladro que, como mucho, usaremos dos veces al año?
No hay que tirarlo todo: recuerdos para la felicidad
Volviendo a Yamasita, lo suyo no es un mantra cuyo seguimiento sea de obligada recomendación, porque, de ser así, ¿dónde quedaría el romanticismo que supone almacenar recuerdos? Siempre podemos guardar aquel objeto que sea más especial.
Según Meik Wiking, director ejecutivo del primer Instituto de Investigación de la Felicidad del mundo (HRI), «nuestra felicidad depende en gran parte de la relación que tenemos con nuestro pasado, de los recuerdos que guardamos de aquello que sucedió y de la capacidad para construir un relato positivo de nuestra propia vida».
Quizá ese reloj que guardas en su estuche ya no de la hora, pero te ayude a reencontrarte con tu yo de 9 año. No hay que tirarlo todo. Simplemente, debemos encontrar un equilibro diferenciando aquellos objetos que sí merecen un hueco en nuestros hogares.