El sistema requiere tecnologías de respaldo y la intermitencia de las fuentes ‘verdes’ no garantiza el suministro
El bloqueo administrativo que, de facto, ha paralizado la instalación de nuevas centrales en Canarias ha puesto en riesgo el sistema eléctrica de las islas. El de La Gomera es sólo el último de varios apagones que han afectado en los últimos años también a El Hierro y Tenerife.
¿Afectaba el bloqueo a todas las tecnologías?
No, únicamente a la instalación de fuentes no renovables. Para las renovables se establecía un mecanismo de concurrencia en la ley de 2013 y han continuado aumentando su potencia instalada y, de hecho, la eólica ya supone casi el 20% del total, con 652 MW, según los datos de Red Eléctrica.
¿No se podría haber resuelto entonces instalando más renovables?
No es tan sencillo. En los sistemas insulares, estas fuentes deben ir acompañadas de tecnologías de respaldo para dar estabilidad al sistema. Hasta que lleguen soluciones reales y escalables de almacenamiento, su intermitencia pondría en peligro el suministro en momentos en los que no sople el viento o se vaya el sol.
Además, para el correcto funcionamiento del sistema hay que equilibrar la oferta y la demanda. Es decir, que también es necesario bajar la producción eléctrica cuando no es necesaria y lo más sencillo en estos casos es, simplemente, ‘desconectar’ los aerogeneradores o los paneles solares. Las centrales termoeléctricas, aunque sean más contaminantes, son más constantes. Por contra, salvo los ciclos combinados de gas, también tienen unos tiempos de arranque más lentos, así que no es posible apagarlas por completo si poco después pueden volver a ser necesarias.
¿Por qué se retrasan los mantenimientos?
Por esta misma necesidad de respaldo. Para realizar el mantenimiento en cada grupo -cada uno de los generadores de una central, por así decirlo- es necesario que éste esté apagado. Esto hace que no esté disponible durante bastante tiempo, así que el operador advirtió en diversas ocasiones que no contar con estos grupos podría suponer una caída del sistema si se tensionaba en cualquier momento durante este proceso, porque no habría una tecnología a la que acudir en ese caso.
¿Son muy distintos los sistemas insulares al peninsular?
Aunque son parecidos en funcionamiento, la insularidad es clave, especialmente en Canarias. Baleares ha podido solucionar parte de sus problemas gracias a una conexión submarina con la península, que puede actuar como una central adicional en caso de necesidad, pero en el archipiélago canario no es posible ‘tirar cable’ porque hay demasiada distancia y es tecnológicamente imposible.
Por otro lado, la España peninsular tiene conexiones internacionales que permiten importar o exportar electricidad para dar estabilidad al sistema. Asimismo, cuenta aún con la aportación constante -más del 90% de las horas del año- de la nuclear, que genera en torno al 20% de la electricidad del país y sirve, en cierto modo, de fondo de armario.
¿Cuál es la solución?
A largo plazo, el almacenamiento. El Hierro puede ser el espejo en el que se debe mirar Canarias. La isla alberga Gorona del viento, una instalación que combina un parque eólico de 11,5 MW, una central hidráulica de potencia similar, 11,83 MW, y una central diésel de 12 MW. Además, hay un sistema de turbinas que bombea el agua al estanque superior de la hidráulica y se alimenta de los aerogeneradores de Gorona del viento. De este modo, se puede almacenar energía en forma potencial, con el agua. Cuando hace falta, se suelta y la electricidad se genera de esta forma, pero también puede hacerlo el parque eólico o, en caso de necesidad, cuando el agua está abajo y no hay viento, de forma exclusiva la central diésel.
Además, las baterías electroquímicas y el hidrógeno verde podrían aportar un respaldo similar y absorber los excesos de generación en momentos en los que no existe tanta demanda.