Dos estudios dan las claves para envejecer con salud

¿Cómo tener una vejez saludable y plena? Dos estudios que se publican en ‘Nature Medicine‘ y ‘Nature Mental Health‘ proponen una serie de claves que debemos seguir si queremos tener un envejecimiento saludable.

Además de los ya conocidos -consumo moderado de alcohol, dieta saludable, actividad física regular, dormir bien y conexiones sociales-, evitando al mismo tiempo fumar y un comportamiento sedentario, hay uno nuevo: tener un hobby.

De acuerdo con el estudio de ‘Nature Medicine’, las personas mayores de 65 años que tienen algún tipo de hobby reportan una salud mejor y un bienestar mental en comparación con aquellos que no.

Los hallazgos se basan en un metaanálisis de cinco estudios longitudinales que examinaron la participación en hobbies en 93.263 personas de 16 países.

Los hobbies son actividades que las personas realizan durante su tiempo libre por placer, y estudios anteriores han demostrado que estas actividades reducen la soledad y tienen una relación protectora con los síntomas depresivos. Sin embargo, esos resultados se basaron predominantemente en análisis de un solo país y no está claro si serían consistentes en diferentes países y entornos culturales.

El equipo del University College London (Reino Unido) coordinado por Daisy Fancourt realizó un metanálisis de cinco estudios longitudinales que investigaban la participación en pasatiempos.

Los investigadores circunscribieron su análisis a estudios con participantes mayores de 65 años e investigaron las respuestas de 93.263 participantes de 16 países, incluido España. La edad media de los participantes estaba entre 71,7 y 75,9 años.

Los resultados mostraron que las personas mayores de 65 años que tenía algún tipo de hobby o pasatiempo señalaban tener una buena salud, estas más satisfechos con la vida, ser más felices y tener menos síntomas depresivos que aquellos que no tenía hobbies.

A pesar de que los resultados se basan en observaciones y no demuestran causalidad, los investigadores afirman que sugieren que sus hallazgos podrían tener implicaciones para el desarrollo de programas que incentiven la práctica de hobbies en todas las edades y países para promover un envejecimiento saludable y un bienestar mental entre las personas mayores.

En este sentido, la investigación publicada en ‘Nature Mental Health’ presenta los factores que promueven un estilo de vida saludable y reducen el riesgo de depresión: consumo moderado de alcohol, dieta saludable, actividad física regular, sueño saludable y relaciones sociales, no fumar y evitar un comportamiento sedentario.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), alrededor de uno de cada 20 adultos sufre depresión.

Para comprender mejor la relación entre estos factores y la depresión, los expertos de la Universidad de Cambridge (Gran Bretaña) y la Universidad de Fudan (China), recurrieron al Biobanco del Reino Unido, una base de datos biomédica anónima que contiene información genética, de estilo de vida y de salud de sus participantes.

Al examinar los datos de casi 290.000 personas (de las cuales 13.000 tenían depresión) seguidas durante un período de nueve años, el equipo pudo identificar estos siete factores de estilo de vida saludable relacionados con un menor riesgo de depresión.

De todos estos, dormir bien (entre 7 y 9 horas) marcó la mayor diferencia, reduciendo el riesgo de depresión, incluidos los episodios depresivos únicos y la depresión resistente al tratamiento, en un 22%. También demostró ser importante la relaciones sociales, reducía el riesgo de depresión en un 18%, y era el factor que más protegió frente el trastorno depresivo recurrente.

El equipo también examinó el ADN de los participantes y asignó a cada uno una puntuación de riesgo genético. Esta puntuación se basó en la cantidad de variantes genéticas que porta un individuo y que tienen un vínculo conocido con el riesgo de depresión. Aquellos con una puntuación de riesgo genético más bajo tenían un 25% menos de probabilidades de desarrollar depresión en comparación con aquellos con la valoración más alta; es decir, un impacto mucho menor que el estilo de vida.

En personas con riesgo genético alto, medio y bajo de depresión, el equipo descubrió además que un estilo de vida saludable puede reducir el riesgo de depresión. Esta investigación subraya la importancia de llevar un estilo de vida saludable para prevenir la depresión, independientemente del riesgo genético de una persona

Barbara Sahakian, del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Cambridge, señala que «aunque nuestro ADN puede aumentar nuestro riesgo de depresión, hemos demostrado que un estilo de vida saludable es potencialmente más importante».

Para comprender por qué un estilo de vida saludable podría reducir el riesgo de depresión, el equipo estudió otros factores.

En primer lugar, examinaron las resonancias magnéticas cerebrales de poco menos de 33.000 participantes y encontraron una serie de regiones del cerebro donde un mayor volumen (más neuronas y conexiones) estaba relacionado con un estilo de vida saludable. Estos incluían el pálido, el tálamo, la amígdala y el hipocampo.

A continuación, se buscaron marcadores en la sangre que indicaran problemas con el sistema inmunológico o el metabolismo, es decir, cómo procesamos los alimentos y producimos energía. Entre los marcadores que se encontraron relacionados con el estilo de vida se encuentran la proteína C reactiva, una molécula producida en el cuerpo en respuesta al estrés, y los triglicéridos, una de las principales formas de grasa que el cuerpo utiliza para almacenar energía.

El equipo descubrió que un estilo de vida más pobre afecta nuestro sistema inmunológico y nuestro metabolismo, lo que a su vez aumenta nuestro riesgo de depresión.

«Estamos acostumbrados a pensar que un estilo de vida saludable es importante para nuestra salud física, pero igualmente es importante para nuestra salud mental. Es bueno para la salud cerebral y la cognición, y además lo es también indirectamente al promover un sistema inmunológico más saludable y un mejor metabolismo», añade Christelle Langley, de la Universidad de Cambridge.