Insultos en el fútbol: cambia el oído, no la voz

Tolerancia a la carta No, no hay ningún cambio en la propensión a insultar, es la sensibilidad la que se ha modificado. El destinatario y también la persona que asistió directamente al bochorno posteriormente. Pero el que permanentemente acepta verbalmente ahí en la grada (en pequeñas cantidades, eso sí, aunque parezca lo contrario por la repercusión) con su poca gracia, su catadura moral, sus complejos, su cobardía y su convicción de impunidad. Aquí cambió la indiferencia y la violencia, la desesperación generalizada (es cierto que un menú populista, muchas veces, un cine en algunos casos) tiene estos sonidos desagradables. Y también las ganas (verdaderas o impostadas) de solucionar un problema universal y centenario. Ha cambiado…