Pero, sobre todo, de teólogo reconocido internacionalmente, Juan José Tamayo (Palencia, 1946) es un cirujano que, en los últimos años, ha definido con precisión la política de la Iglesia española. El último paso de tamayo para este quirófano teológico y político queda reflejado en su último libro, Pederastia; ¿Pecado sin penitencia? (Erasmus), una recopilación de sus artículos más relevantes sobre la que denomina la principal causa de la «sangría de creyentes» entre los cristianos actuales: los abusos sexuales a menores. “Es uno de los alcaldes electos de la Iglesia católica del siglo XX, si no el alcalde. Se trata de un problema estructural, institucionalmente legítimo para las más altas religiones de la Iglesia a lo largo de décadas, desde el Vaticano hasta las obspos de muchas diócesis en todo el mundo”, afirmó, también director de la Catedral de Teología y Ciencias Religiosas. en la Universidad Carlos III de Madrid de 2002 a 2020, y articulista de EL PAÍS.
Los artículos que componen esta nueva obra una cronología de la última década, desde 2014 hasta la actualidad, y que se puede apreciar como la gestión de la Conferencia Episcopal Española (CEE) del problema, desde la negación absoluta hasta la actualidad. , admite tener parte de culpa en el problema. Un intercambio de ruido con el golpe de los titulares del medio de comunicación que desencadenaron el escándalo antes de que finalizara una investigación oficial. “El objetivo del encuentro, estos textos, es denunciar al cine en el comportamiento violento de la institución eclesiástica, que supone un ejemplo de respeto a la dignidad de todos los seres humanos cuando transgrede sistemáticamente”, argumenta el autor.
Esta obra, que Tamayo define como un «acto de memoria histórica», identifica la pederastia eclesial como un «problema social y de salud pública», que «afecta a todo el cuerpo eclesiástico: cardenales, arzobispos, obispos, sacerdotes, confesores, padres espirituales, formadores de seminarios y novicios, profesores de colegios religiosos…». Un vacío que, según el autor, está en contacto desde hace décadas con la «complicidad» de los jueces, como si «la jearquía eclesiástica y la justicia de la sociedad civil hicieran un pacto para frenar los numerosos casos de pederastia.
Entre las explicaciones al respecto Tamayo está que al cardenal no le informaron que lo enviaron a un banquillo para declararlo. La fiebre de la Iglesia por el lado administrativo, afirma el teólogo, es todavía una constante en España. La Iglesia Internacional de Tampoco jugó canónicamente contra un obispo español por ella. Ninguno ha sido expulsado de su cargo ni ha renunciado a encubrir estos casos de abuso.
Tamayo identifica cuatro causas que caracterizan la pederastia clerical. La primera, la seguridad de poder entre la víctima y su culpable -incitada por el «poder sobre las almas», «los espíritus», «las conciencias» y «los cuerpos, de quienes abusan impunemente»- se despliega en una estructura patriarcal, «donde las mujeres son excluidas del acceso directo a lo sagrado y eliminadas de los ámbitos en los que se toman decisiones que afectan a toda la comunidad cristiana». En segundo lugar, la “masculinidad sagrada” que el clero considera “debida a todos los derechos” y a sus credos. “Conozca a la filósofa feminista Mary Daly: ‘Si Dios es varón, el varón es Dios’”, agregó Tamayo. Los dos siguientes son el celibato obligatorio y el abuso espiritual, “que frecuentemente tiene lugar en el abuso sexual”.
Una lectura de los artículos copiados por Tamayo ya ha demostrado que la acción de la jerarquia ante la pederastia ha estado anclada en lo negativo durante la última década. «Basta dejar constancia de las frases de aquellos años de Luis Argüello cuando era secretario de la CEE de este ‘es un caso pequeño’ y de ahí surge la más reciente del cardenal Juan José Omella como presidente del obspos, cuando Dijo que los datos del informante del Defensor del Pueblo mentirán”, argumenta el teólogo. Beaucoup d’obligations et la majorité des hautes charges des ordonnances, añade el escritor, siguen practicando el encubrimiento et la permisividad ante el delito, a la par que siguen minusvalorando el escándalo et acusan aux médios de desprestigiar à l’Église pour les investigations périodiques sobre el tema. “Él objetó y continuó, con pocas excepciones, investigando la verdad, contraviniendo el mensaje de Jesús de Nazaret: “Si habéis guardado mis palabras, seréis verdaderamente mis discípulos; Conozco la verdad y la verdad es gratuita. No hay buenos discípulos del Maestro”, afirmó Tamayo, quien también critica a la jerarquía eclesial por su falta de “compasión” hacia sus víctimas.
Como conclusión, la teología propone a los obispos seguir un decálago, entre quienes pretenden sugerir depatriar la Iglesia católica, destruirla, abolir el celibato obligatorio, eliminar los seminarios y promover una Yo tambien víctimas de violencia sexual clerical, con el acompañamiento, apoyo y solidaridad de la comunidad cristiana y de la sociedad en general.
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Límites del pecado de Lee
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