La exposición a extremos tanto de frío y como de calor, algo cada vez más habitual debido al avance de la crisis climática, podría provocar importantes alteraciones en el desarrollo cerebral de los niños. Según desvela un estudio liderado por ISGlobal y publicado este mismo miércoles en la revista ‘Nature Climate Change’, la exposición a extremos climáticos durante los primeros años de vida podría afectar al desarrollo de la materia blanca así como a la conectividad cerebral. Este fenómeno, advierten los investigadores, es especialmente pronunciado en el caso de los niños de familias y entornos vulnerables. «Todo ello podría impactar tanto en el bienestar mental como en el rendimiento cognitivo de niños y adolescentes«, afirma Mònica Guxens, investigadora de ISGlobal y líder de este estudio.
La investigación ha tomado como referencia el estudio de 2.681 niños de entre 9 y 12 años de edad. Por un lado, los investigadores realizaron una resonancia magnética a cada uno de los infantes para estudiar diferentes parámetros de su desarrollo cerebral como, por ejemplo, los movimientos moleculares de la materia blanca y la conectividad del cerebro. Por otro lado, mediante un método estadístico, los especialistas calcularon la exposición de cada uno de los niños a temperaturas extremas desde su nacimiento hasta los 8 años de edad. Es decir, el cálculo de cuántos días, meses y años habían vivido bajo temperaturas extremadamente frías o cálidas para la época del año y la región durante sus primeros años de vida.
«En estudios previos, la alteración de este parámetro se ha asociado con una peor función cognitiva y determinados problemas de salud mental»
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Los resultados muestran una correlación clara. Los niños que han vivido más extremos de temperatura durante sus primeros tres años de vida son los que, de media, muestran un desarrollo más lento de la materia blanca y más problemas de conectividad cerebral. Según explica la investigadora Laura Granés, una de las especialistas del IDIBELL que ha liderado este análisis, los infantes más expuestos al frío y al calor mostraban más diferencias en el desarrollo de aquellas fibras encargadas de conectar las diferentes áreas del cerebro. «En estudios previos, la alteración de este parámetro se ha asociado con una peor función cognitiva y determinados problemas de salud mental«, añade esta científica.
Niños más vulnerables
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Según apunta la investigación, todos los niños expuestos a extremos de temperatura durante sus primeros años de vida son susceptibles a sufrir estas alteraciones del desarrollo cerebral. Pero mirando los datos recopilados en este análisis, el grupo de mayor riesgo son los niños y adolescentes de barrios más vulnerables y de familias más desfavorecidas. En este caso, explican los científicos, aunque las condiciones climáticas sean iguales para todos, es posible que las condiciones de vida, la aclimatación de los hogares y el impacto de la pobreza energética pudieran aumentar la exposición de estos niños a condiciones de frío y calor extremos.
Los niños que viven en barrios vulnerables podrían sufrir más este fenómeno por la mala aclimatación de los hogares y las condiciones de pobreza energética
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Uno de los grandes puntos de inflexión para estos niños podría ser justamente cómo los extremos de temperatura influyen en la calidad del sueño. Son muchos los estudios que muestran cómo en condiciones de calor extremo, como en noches tropicales en que los termómetros nocturnos no bajan de los 25 grados, aumentan los problemas para conciliar el sueño, empeora la calidad de las horas descansado, se incrementan los índices de insomnio y se disparan los índices de malestar general. Y este fenómeno suele darse más en los hogares de rentas bajas donde, por un lado, las estancias no están bien aclimatadas y, por otro lado, no se puede pagar un aire acondicionado o un ventilador durante toda la noche.
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Los expertos afirman que las conclusiones de este estudio, así como de todos los otros trabajos que van en esta misma línea, son fundamentales para «crear conciencia sobre la vulnerabilidad de los fetos y los niños a los cambios extremos de temperatura», afirma Guxens. «Nuestros hallazgos también enfatizan la necesidad de diseñar estrategias de salud pública para proteger a las comunidades más vulnerables ante la emergencia climática que se avecina», añaden los especialistas que han liderado este trabajo.
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