¿Cuáles son las especies de garrapatas más comunes en España? El aumento de la cantidad de garrapatas es una tendencia creciente: cada vez se detectan más individuos y, poco a poco, van apareciendo nuevas especies que hasta el momento no se habían registrado.
En Catalunya se han registrado como mínimo nueve especies distintas de garrapatas. De estas, cinco tienen capacidad de transmitir patógenos a humanos y dos de ellas han aparecido en los últimos años. Se trata de las especies Hyalomma lusitanicum y Hyalomma marginatum, que se suman a Ixodes ricinus, Demarcetor marginatus o Rhipicephalus sanguineus.
Muchas de estas garrapatas inician su actividad en primavera, pero con las altas temperaturas, algunas llevan ya varias semanas activas, antes de lo habitual. Estos animales se alimentan de sangre y su crecimiento supone riesgos porque transmiten varias enfermedades.
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Las especies del tipo Hyalomma son las que potencialmente pueden transmitir la fiebre hemorrágica Crimea-Congo, una enfermedad transmitida por garrapatas, se ha detectado en al menos 12 pacientes en España.
Pero también existe la enfermedad de Lyme, todavía suele ser difícil de diagnosticar. Los casos en Catalunya se han duplicado en 4 años. La patología se presenta con una lesión de piel denominada eritema migratorio. Es una especie de sarpullido que aparece en el punto de la picadura y que adopta un aspecto de diana, con diferentes tonalidades. En fases más avanzadas, pueden aparecer escalofríos, fatiga muscular o problemas neurológicos.
La otra enfermedad típica transmitida por las garrapatas en España es la fiebre botonosa mediterránea, causada por la bacteria Rickettsia conorii. Los atendidos por esta infección se han reducido en los últimos años en Catalunya. «Esta es la enfermedad típica de garrapatas que se enganchan a perros domésticos. Como los propietarios cada vez son más cuidadosos, los casos han disminuido», afirma Cervantes.
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¿Cuáles son las causas de este incremento? A parte de la crisis climática, el aumento de hospedadores como <strong>jabalís</strong>, <strong>conejos</strong> o<strong> ciervos</strong> y el abandono rural son uno de los motivos.
Estos parásitos siempre se han relacionado con animales de compañía como perros o gatos, pero su presencia en el campo se tendría que asociar también a hospedadores silvestres.
Las garrapatas blandas parasitan a las aves, sobre todo. En cambio, las denominadas garrapatas duras (las que pueden afectar a los humanos) son comunes en animales salvajes como los ungulados (jabalí, ciervo, corzo, cabra montesa), los pequeños carnívoros o los roedores. Las Hyalomma se han observado en una treintena de municipios, por ejemplo en el área de Collserola o la Serralada de Marina.
José Antonio Oteo Revuelta, jefe de infecciosas del Hospital de la Rioja, cree que cada vez salimos más al campo: «Todo el mundo sale a pasear por la montaña y pocos tienen precaución».
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Las garrapatas pueden aparecer en las axilas, en la cabeza o en las ingles, por ejemplo. Son partes del cuerpo donde encuentran pelo. Lo importante, detalla Jordi Mestres, médico de atención primaria, en caso de que se te enganche una garrapata, es extraer la garrapata entera: «Se debe hacer con unas pinzas planas haciendo fuerza de forma vertical y de golpe (sin aceite, ni jabón ni ninguno de los métodos tradicionales)».
También se puede acudir al médico de cabecera. Los profesionales recomiendan prestar atención durante las cuatro semanas posteriores a la picadura, por si aparece algún síntoma como fiebre.
Estrada Peña opina que, además de esto, se debería conservar el animal para poder analizarlo y saber de qué especie en concreto se trata y si actúa como reservorio de algún virus. Esto no se hace en los centros de atención primaria de Catalunya: «Tanto la Generalitat como cualquier otro gobierno autonómico tiene la obligación de reportar casos de picaduras, que están en aumento, y esto no se está haciendo«.
¿De qué serviría hacerlo? Este registro aportaría información oficial: «No tendríamos que ser cuatro voluntarios buscando garrapatas y trabajando, muchas veces con fondos propios o en nuestro tiempo libre. Necesitamos un organismo que financie la recogida de datos oficiales».
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“Una picadura no significa estar infectado por una enfermedad, tampoco hace falta ser tremendistas, pero sí tener en cuenta los riesgos, que aumentan cuando se va al campo o a la montaña, aunque sea en zonas cerca de las ciudades», añade Estrada Peña.