El Cid y el Dorado del clásico: ¿quién rezará a La Paloma?

Lejos del bullicio, entre los muros del silencio y la fiesta, el Cid alzó sus plegarias a la Virgen de la Piedad antes de abandonar su vida en el ruedo. La capilla de la calle Adriano fue su último refugio espiritual antes de convertirse en maestranza de Pisar y tuvo cuatro príncipes como un torero que pintaba cañas de rey. De Baratillo azul y oro aparece Manuel Jesús, con el puesto de educación en su diálogo con lo clásico, el equilibrio entre técnica y estética que le permitió ascender a aficionado de siglo en siglo. Y el Cid continuó con su bendición en esta forma de dirigirse a los toros, en la majestuosidad de…